Barcelona
De colores
Dicen que nací un día lleno de luz, luz amarilla y clara.
Eso dicen...
No demasiado pequeña, pesaba casi cuatro kilos.
Nací en pleno mes de Julio, un verano de aquellos en los
que, cuando el calor aprieta, aprieta de verdad. Fue en el sur, en Málaga,
donde el calor aún se hace notar con más fuerza. Mi madre siempre dice que
jamás lo olvidará.
Desde muy pequeña los lápices me fascinaban. Mi pasión por
los dibujos era tan roja como la sangre que corre por mis venas y mi esperanza
de llegar a dibujar algún día no era verde sino morada de lo mucho que tuve que
luchar para llegar aquí.
Naranjas eran las auroras en las que desperté envuelta en
papeles y dibujos llenos de sueños. Mil ideas azuladas se esfumaban siempre que
volvía a la realidad de este mundo negro y oscuro como los ojos del inmenso
universo.
Mi piel rosada, a veces marrón de sol, se va cubriendo de
arrugas y mis cabellos se llenan de gris. Y yo sigo sentada en el quicio de la
puerta, recostada en el dintel, dibujando con mis lápices de colores con la
misma fe e ilusión de cuando era niña. Ahora soy una mujer adulta, una mujer
que dibuja a una niña.
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